“In manus tuas,
Domine,
commendo
spiritum meum”
Estimado José María,
Vicente y Jesús.
Podría
llenar este folio con mil tópicos, que no saldrían más que del costumbrismo, o
de la palabrería que por estos lares tenemos para cada momento de nuestra vida.
El Señor se ha llevado a una flor
muy importante del jardín de vuestra vida. Vuestra abuela en un caso, y abuelo
en otro. Estoy convencido de que lleváis en vuestra sangre, en vuestra
personalidad, y en vuestro carácter, rasgos de ellos, y eso me hace ver que
fueron personas maravillosas, al igual que vosotros.
Como amigo y como capataz, para mí es un
privilegio contar con personas elegantes, educadas, cariñosas, y con una
educación y una entrega para todo lo que hacéis exquisita. Dejad que te muestre
en estos momentos de dolor mi admiración por vosotros.
Agarraos fuertemente a la Cruz del Señor
para llevar las “piedras” que la vida pone en nuestra vida cada día. Pido a la
Señora del Rosario y a Nuestra Madre que es Remedio de nuestros males, y a la
Reina de Setefilla que os ayuden a vivir con serenidad y esperanza en el Señor
estos duros momentos.
Tened presente que esas persona cuya
vida terrena ha llegado a su fin, sin lugar a dudas ha sido recibidas con las
manos abiertas de la Santísima Virgen. Que Ella os ayude y bendiga.
Desde lo más profundo de mi corazón
os mando el mayor de los abrazos.
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