jueves, 4 de octubre de 2012

C de Carta de un devoto.


La primera vez.

Es la primera vez y lo hago con tu permiso. No soy nadie para hablar de Ti, pero mi corazón me empuja a ello. La verdad que no se bien como expresarme, ni que decir, pero en mi mente solo estas Tu en este momento.
Quien b
ien te quiere, bien te hará llorar. Y si es por las lagrimas que me has provocado, no hay amor más grande en grande en el mundo que aquel que por ti siento, eso bien lo sabes. ¿Cuántos años hace que me cruce con tu mirada? Diez, once quizás doce; Yo hoy te brindo treinta y cuatro, pues aunque en mi cuna, ni en mi casa, ni de pequeño supe de ti, siempre esperé con ansias que llegases a mi vida. Siempre supe que el Señor me tenía guardado algo grande.
¿Cómo hablar de Ti la primera vez, sin repetir lo que te hayan dicho antes? ¿Sabes? Espero que no te importe que te tutee; a mí me gustan, me apasionan las cosas de pueblo. Quizás no sean majestuosas, como las de las grandes capitales, pero son cercanas, y tienen sabor. Es difícil caminar por una calle de Jerez y que te llegue olor a puchero. O ver un ejército de geranios en un balcón del paseo marítimo de la caleta, o pasear por Sevilla viendo como los visillos se pelean con los centenarios recovecos de una forja “parida” en una fragua andaluza.
Hablar de algo por primera vez puede tener el encanto de los nervios, de las dudas, del amor. Y más aun cuando por muy cercano que lo sientas, eso de lo que hablas no es tuyo del todo. Da rabia compartir lo bueno, aunque todo lo que Tú das es demasiado no solo para mí, sino para todo el conjunto de los seres humanos. Y yo me pregunto, ¿Cómo expresar todo esto, que por otro lado solo es un uno por ciento de lo que podía decir de Ti en palabras?.
¿Sabes lo mejor de todo? Eres tan grande, que solo el hecho de poder hablar de Ti me hace feliz. Mis manos se saben privilegiadas al poder pulsar las teclas de mi ordenador, mandadas por mi cabeza en la que en estos instantes, aunque este improvisando, solo estas Tú. Si siempre fuese así…mi vida sería tan linda…¡¡¡.
Decía antes que me apasionan las cosas de los pueblos. No concibo en otra parte que no sea un pueblo, el lugar donde el Espíritu Santo colocase al más grande de los nacidos, guardado en el más humilde de los joyeros.
Él, que es sinónimo del amor más grande, eligió el amor pueblerino de las Madres de la caridad, allí en la cuesta de Belén de mi pueblo. Y en el reina desde tiempo inmemorial. El Dios moreno.
El Cristo de los gitanos. Que me gusta esa palabra. Gitano. ¿Hay algo más de aquí? ¿Más puro? ¿Más noble? Pues yo venero al que ellos consideran el rey de los gitanos. Aunque sea difícil ver a un rey clavado en la Cruz verdadera, a no ser que sea mirado este, con los ojos del corazón.
Tú, que en esta noche me permites hablar de Ti por primera vez, me lo muestras en una imagen de niño pequeño. Lo has bajado de la Cruz, sigue siendo Gitano, Rey, pero lo más grande, ¿hay algo más de pueblo que un niño jugando en las calles de un pueblo?. El domingo tu hijo lo hará por las calles del que ahora tengo la suerte de es mi pueblo.
¿Qué decir de Ti? ¿Cómo hablar de Tu persona la primera vez que plasmo en letras lo que de Ti pienso?
¿Cuánto nos tiene que querer el Señor que nos pone en nuestro camino mil formas de llegar a Ti?
De la parroquia el mejor lugar. El más sagrado. Pasan dos mil años de aquella cena vísperas de la pasión, y Tu te muestras como Reina, encima de tu hijo encarnado en pan por luces rojas custodiado.
Tu, Sagrario primero del Hijo del Padre. Nos regalas cuatro misterios para sentirte cerca. El gozo, el dolor, la luz y la gloria de la vida de tu hijo, para pasar cada día un ratito de mesa camilla, de mecedora, de chimenea, de sagrario, de patio de naranjos, de compañía o de inmensa soledad, de estar contigo.
Para llegar a ti nos regalas cincuenta ave María, cincuenta saludos del Ángel a la escogida del Señor. Un puñado de saludos al Padre con la oración que su hijo nos dejó en herencia viva, el poder proclamar tu gloría…¡¡¡ en el cielo y en la tierra por los siglos de los siglos, y todo esto nos lo entregas para que podamos tenerte más cerca.
Y aunque los hijos de este pueblo te sientan en su vida a cada instante, en este tiempo nos regalas nueve días para poder celebrar el misterio de la eucaristía bajo la atenta mirada de tus ojos.
Nueve días, nueve piropos, nueve himnos, nueve rosarios, nueve sueños que se cumplen año a año; nueve días que se hacen muy muy largos para aquellos que bajo el paso sueñan con que amanezca ese domingo, para ser un año más tus pies para pasear tu grandeza por las calles, aquellas calles de las que Tu eres la dueña.
¿Y todo esto me lo das la primera vez?
Mira si es grande ser de pueblo, que en este no tienes nombre. Para dirigirme a Ti, solo con decir Patrona, no hay vecino de esta villa que al que al instante el corazón no se acelere, y su mente no se llene con la belleza de tu cara.
Las campanas ya se quejan pues están locas por repicar cuando vean como para que salga el cortejo se abran las puertas. El llamador de tu paso, sueña con ser golpeado por el andar elegante de tus hermanos, de tus hijos, de los costaleros de la Patrona, de la Señora del Rosario.
Las flores, siendo conscientes de que la hora se acerca la hora, están locas…¡¡¡ Entre ellas se produce una cruenta guerra de amor, pues todas luchan por ser las elegidas para ir en tus jarras, cerquita, lo mas cerquita posible de tu cara, y llenar todo el pueblo del que es el olor virginal de María Santísima.
¿Qué hemos hecho Señora, para ser merecedores de tan grande privilegio? ¿Tanto nos quiere tu hijo para regalarnos el inmenso amor de una Madre tan bella? Privilegiados nosotros los hijos de Eva que te tenemos tan cerca.
La primera vez que se habla de algo siempre es complicado. Pero reconozco que Tú has hecho que sea mucho más fácil. Y la verdad es que no me voy a parar a valorar si es bonito o es feo lo que mis palabras han plasmado, solo sé que, por encima de eso, tiene por fuerza que ser bueno, pues no hay nada malo, Señora, que tu amor inmenso provoque.
Disculpa mi atrevimiento, pues se que en ocasiones la ignorancia puede ser muy atrevida, pero no te imaginas cuanto te agradezco la alegría, que este ratito hablando de ti reina mía me ha producido.
No dejes que salga del cobijo de tu manto, Madre mía, y recoge con cariño estas palabras que te dirijo de manera informal, yo como el pueblo entero ya sueño y lo veo cerca. Todos esperamos el instante de poder gritarte en tu paso, mientras riegas las calles de bendiciones y alegrías, que sin duda Madre mía, “MAS QUE TU…SOLO DIOS INMORTAL…¡¡¡”
Viva la Virgen del Rosario.

José Manuel González Gutiérrez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario