jueves, 4 de octubre de 2012

Padre Camas: Día VIIIº Novena del Rosario Bornos.


Tu Rosario es mi consuelo
Pues es tan grande el cariño
Que le tengo desde niño
Que lo miro con anhelo
El atiende en este suelo
A los males que me cercan
Para que yo no parezca
Acude con puro amor
A prestarme su favor
Y que la Gloria merezca.

El Rosario es el Callado
Conque guardas tus ovejas
Pues nunca solas las dejas
Siempre estás a su cuidado
Al Redil las has guiado
Y después de descansar
Por aliento le dás
Carne y Sangre de un Jesús
Que espiraba en una Cruz
Después de hacerlo Penar.

Un día estaba en la Iglesia
Y vi a un triste pecador
Que imploraba con amor
De María la asistencia
Lo escuchó con gran clemencia
Por que el Rosario tenía
Más viendo que se le oía
Encendido en sumo gozo
Exclamaba fervoroso
Viva la Virgen María.

Mi madre con gran fervor
Ante tí me presentaba
Con esta acción alcanzaba
Me miraras con amor
Pues ahora vengo yo
Con tu Rosario Sagrado
A pedirte apasionado
Que la tengas en memoria
Y en la Mansión de la Gloria
No se aparte de tu lado.

Un  día por distracción
El Rosario no rezé
Y tanta mi pena fué
Que inspiraba compasión
Formé la resolución
De rezarlo conmovido
De mi falta arrepentido
Con voluntad decidida
De no volver en la vida
A caer en tal olvido.

Miré a los cielos un día
Y observando las Estrellas
En medio de todas ellas
Estaba la Madre mía
Entre su Manos tenía
Aquel tan precioso Imán
Que recomendó Guzmán
A que todos lo rezasen
Y que con El alabasen
A esta Virgen con afán.

El que el Rosario ultrajare
Y no lo quiere rezar
En esta vida mortal
Sufririrá muchos pesares
Los tormentos a millares
Formarán grandes discordias
Nadie lo tendrá en memoria
Y siendo amarga su suerte
En la hora de la muerte
No hayará Misericordia.

Una tarde que yo estaba
En angustias sumergido
Pesaroso y afligido
Oí una voz que cantaba
Cuando vi que se acercaba
Yo me llené de alegría
Un Devoto de María
Iba el Rosario ensalzando
Sus Misterios publicando
Con amor y con fé pia.

En esta vida afanosa
Llena de terror y espanto
De angustia y amargo llanto
Tengo una Madre piadosa
Ella como poderosa
Destruye la pena mia
Y al verme con alegría
Grita mi pecho abrasado
Sea bendito y alavado
El Rosario de Maria.


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